Como un árbol nutrido en su tierra. Crecen sus
hojas en parajes ajenos y se renuevan en los duros otoños de la vida. Florece
en la primavera, por la entrega en nombre de Dios. Da frutos en el verano de su
existencia por su fidelidad al Amo, quien hace que muchos los saboreen. Somos
parte de su cosecha. Este es Butiñá.
Sí, somos parte de su cosecha, y es importante que hoy, muchas mujeres y hombre del mundo del trabajo, saboreen sus frutos. Unidas en la empresa heredada.
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