
Entre los muchos aspectos de su vida, como su profunda humanidad, su amor y dedicación al mundo del trabajo, la sensibilidad por los pobres con mirada especial a la mujer en situación de riesgo, admiro cómo supo articula el cariño a la familia y “su tierra”, su vocación de Jesuita y Fundador, superando todas las incomprensiones y dificultades, que no fueron pocas.
Considero que es un apóstol incansable al servicio del Reino, un Santo que vive desde la humildad, la fe y la plena confianza en Dios todo lo que acontece en su vida, con un único centro: Jesús y la pasión por el Reino.
Gracias Butinyà por sentirme llamada a vivir este gran Carisma que tú y Bonifacia nos legasteis a las Siervas, Hijas y Laic@s.
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